- Domingo, 23 Marzo 2025
- Fecha de publicación
Alfonso Rojo acaba de ser reelegido presidente de la Pimeef. Lleva en el cargo desde 2015, cuando suplió a Joan Tur Ripoll después de que este se incorporara a una candidatura política. Cree que a sus 60 años va siendo hora de que alguien más joven le releve, razón por la que ha incorporado en la junta directiva a gente con 20 años menos que él pero con sobrada experiencia. Su reelección coincide con otro acontecimiento importante en su vida: ayer se casó. FOTO: Diario de Ibiza.
FUENTE: DIARIO DE IBIZA (suscripción), 23 MARZO 2025
José Miguel L. Romero
-Un poco de prensa rosa. Para empezar, me ha contado un pajarito que se casa este fin de semana.
El sábado. Tengo un estrés que ni te imaginas.
-Cántabro (nacido en Reinosa en 1964) y residente en Ibiza. ¿Por qué su empresa se llama La Palentina?
Mi padre [José Rojo] proviene de Palencia. También mi abuelo [Luis Rojo], que es el fundador de esta empresa. El interior de La Palentina está decorado con varias fotografías en blanco y negro y a tamaño grande en la que aparecen su padre y abuelo en Reinosa. En una, transportando productos en trineo tras una nevada; en otra, cargando a hombros un racimo (entero) de plátanos: «Luego los madurábamos con petróleo. Eso sí que era peligroso». Su abuelo era agricultor en Palencia. Era el menor de cinco hermanos, cuatro de los cuales «fueron a la guerra». Luis, al ser el menor, «se quedó al cuidado de la familia y de las fincas». Al acabar la contienda, Luis dejó aquellas propiedades a sus hermanos: «Me voy a labrar mi futuro, les dijo, y se fue a Santander, de capataz a una obra». Pero por el camino, en Reinosa, una nevada detuvo su tren: «Se apeó allí y le ofrecieron trabajar. Se quedó en Reinosa». Fue allí cuando comenzó a distribuir frutas. ¿Y cómo llegó la familia a Ibiza? «Luis empezó a sentirse débil. Tenía anemia. El médico le dijo que necesitaba descansar». Vino 10 días de vacaciones a la isla, para ver, de paso, a una prima palentina que trabajaba en el Hotel Zenit. Aprovechó para comprar el terreno donde ahora se levanta su empresa: «Aquí no había nada, era un páramo. Lo compró como inversión». Volvió a la isla, ya para siempre, cuando estalló la crisis del acero, que golpeó fuerte en los años 70 a Reinosa, donde había unos astilleros navales que daban trabajo a un tercio de la población: «Mi padre vio entonces la oportunidad de venir a Ibiza. Cogió dos camiones que le tocaron en el reparto del negocio con su hermano y se vino para acá con la familia y sus tres hijos».
-Y luego se responsabiliza usted de la empresa.
Estamos todos los hermanos metidos en el negocio. Es una empresa familiar 100%. Cuando vinimos éramos un núcleo de cuatro o cinco, con dos trabajadores externos. Ahora somos 33 trabajando.
-Este es su tercer mandato. Lleva en el puesto desde 2015 (desde abril de ese año), cuando Joan Tur Ripoll dejó la presidencia para ser candidato en las elecciones municipales. ¿No está cansado?
Cansado no, pero creo que alguien de 60 años como yo no debería dirigir la Pimeef. Debería estar al frente gente de 45 años. Yo puedo tener un bagaje importante en cuanto al conocimiento y experiencia, pero son los jóvenes los que en estos momentos deberían tomar decisiones.
-Pero se presentó candidato.
Me he presentado animado por mis compañeros. La gente me transmite su cercanía y agradece el trabajo que se hace. Hay que valorar el trabajo que hacen todos los directivos en la Pimeef, que, por si alguien no lo sabe, es un trabajo sin salario, que lo haces porque te emociona, porque crees en ello. No obstante, sondeé a mis compañeros y no había nadie que se postulara para presidir la Pimeef.
-Le iba a preguntar por sus principales objetivos en esta nueva etapa, pero supongo que uno de ellos será, precisamente, que alguien le releve dentro de cuatro años.
En la candidatura incorporamos a gente joven. Tienen un perfil de entre 40 y 45 años, pero ya cuentan con 20 años de experiencia laboral en sus empresas familiares. Estaría encantado de que alguno de los compañeros que se han incorporado fuera el próximo presidente o presidenta.
-En plena pandemia me contó que, salvo en esa época, siempre, durante 40 años seguidos, se levantó a las cinco de la mañana para trabajar. ¿Sigue adelantándose a los gallos?
Ahora me levanto media hora más tarde. En nuestro sector, el de la fruta, hay que amanecer con las calles. Me gusta acompañar a la gente cuando entra a trabajar.
-¿Cómo se las apaña para dirigir la Pimeef, su empresa, la PE San Jordi y, hasta hace poco, la presidencia de Pime balear?
La Pimeef sería imposible sin sus empleados. Mi empresa sería imposible sin mis hermanos y sin el equipo de encargados y compañeros en la gestión de oficinas. Y respecto a la PE San Jordi, realmente dirijo a compañeros con los que llevo dos décadas jugando al fútbol. Lo único que tienes que hacer en este caso es que ellos hagan lo que saben hacer. Pero todo eso sería imposible sin el apoyo familiar.
-Vamos a recordar los comienzos. Cuando empezó en 2015 a dirigir la Pimeef, su principal pesadilla era el intrusismo.
Lo sigue siendo, pero en otros formatos. Por ejemplo, hay gente que no tiene a su personal dado de alta, con lo cual tiene unos costes empresariales muy diferentes a los que tenemos las empresas legales. Esa es una competencia desleal brutal. Luego está la venta ambulante de todo tipo, desde souvenirs hasta ropa y alimentación en las playas. Y el alquiler náutico. O los chefs a domicilio: muchas villas contratan a chefs profesionales que trabajan en restaurantes y que así hacen extras. No hay un contrato por medio firmado en la mayoría de esos casos.
-Vamos, que la isla está llena de piratas.
Venimos de una isla de corsarios y parece que la piratería se está institucionalizando. En plena pandemia, cuando el ocio [las discotecas] estaba cerrado, se celebraban fiestas ilegales en las villas. Todas las empresas teníamos restricciones de aforo, pero había villas donde 200 personas bailaban sin parar.
-¿Hay muchos emprendedores dispuestos a crear nuevas empresas?
Ahora vemos muchísimos proyectos de emprendedores que tenemos que frenar porque hay gente que se tira a la piscina sin agua. El problema de un autónomo, de alguien que quiere empezar un pequeño negocio, es que puede dejar embargada a su familia, porque normalmente los fiadores suelen ser los familiares. Después del covid hubo un aumento exponencial muy grande de microempresas, autónomos que se daban de alta para según qué cosas. Esos suelen ser los que, normalmente, suelen caer en un par de años si la empresa no es viable.
-¿Ha dejado secuelas el covid en el mundo empresarial?
Muchas empresas pidieron ayudas europeas cuando prácticamente estaban finiquitadas. Se abrió mucho el caudal [crediticio] para que no cayeran, pero pasados dos años, algunas que ya se veía que no eran viables han tenido que cerrar e incluso devolver el dinero que en su momento habían pedido.
-En sus comienzos, pedía que «se pusieran aviones de febrero a noviembre». Aún nos damos con un canto en los dientes si empiezan a volar en abril y acaban en octubre.
Hemos hecho un trabajo importante con la desestacionalización. No nos olvidemos de que hace 15 años teníamos temporadas de 90 días, del 20 de junio al 15 de septiembre. Ayudó que se convenciese al ocio para que se mantuviera abierto el mayor tiempo posible; también que hubiera pruebas deportivas tanto al inicio como al final de temporada.
-Por entonces también se quejaba del sobrecoste del transporte marítimo.
Eso no ha mejorado. Han aumentado los costes para las propias navieras porque el precio del combustible se ha disparado. Hablamos de grandes compañías petroleras que, evidentemente, podrían minimizar el coste en las islas si lo trasladaran a toda su operativa nacional, como hacen algunas cadenas y empresas de distribución, que cobran prácticamente lo mismo por un producto en Murcia que en las Pitiusas.
-Pedía en aquel lejano 2015 que se concretara de una vez el Régimen Especial Balear, que empezó a entrar en vigor en 2023. ¿Se percibe alguna mejora?
Hay empresas que se están aprovechando de ese régimen especial, sobre todo las que producen aquí para exportar fuera. Son las que más ventajas tienen para lograr más equidad con las empresas de la Península. Pero evidentemente, nosotros, como ciudadanos de la isla, no lo notamos.
-Hace tres años, en 2022, los fondos Next Generation eran también su gran objetivo. Parecía la panacea para salir del hoyo de la pandemia: «Han de servir para modernizarnos y para profesionalizarnos más», dijo. ¿Ha llegado el maná?
Ha llegado, pero no como si fuese el maná. Y tardó mucho. Esas ayudas se están fiscalizando ahora, dos años después. Europa nos está pidiendo justificación de que se ha gastado bien. Pero esos fondos europeos que deberían permitir que las empresas pudieran seguir compitiendo y hacerse más grandes se han topado con una problemática que hay en estas islas: sigue habiendo naves con los techos de fibrocemento, de uralita. Esas empresas no tienen opción a sumarse a la eficiencia energética, a la instalación de placas fotovoltaicas. En Ibiza seguimos enquistados en algunos temas. En la Península hay suelos industriales donde las empresas pueden disponer de naves de 1.500 metros para sus operativas, mientras que en las Pitiusas sólo tenemos naves de 300, 400 o 500 metros cuadrados pese a que se necesita que tengan el doble de ese espacio. El suelo industrial que hay no está bien dimensionado. Nosotros pedimos que todos los polígonos industriales existentes se legalicen. El polígono de Montecristo ni siquiera está recepcionado por el Ayuntamiento [de Sant Antoni]. Las empresas que hay allí están en un limbo.
-Se lleva años hablando de esa necesidad, pero todo sigue igual.
Podríamos ser mucho más profesionales. Podríamos tener empresas del siglo XXI, pero seguimos con empresas del siglo XX. La mía necesitaría el doble de volumen [de nave] que tenemos ahora. Cuando preparaba la ley al respecto, la conselleria de Industria el Govern balear nos presentó un estudio sobre polígonos en la isla en el que sólo aparecían cinco áreas industriales, cuando nosotros teníamos un estudio en el que se hablaba de la existencia de cerca de 40. Eso da una idea del tamaño del problema, porque ni siquiera el Govern sabe lo que hay aquí. Y queremos suelo industrial, no que por una nave de 500 metros nos pidan precios de suelo urbano. Eso no es suelo industrial.
-Asegura que existe un brutal aumento de las bajas laborales de corta duración. ¿A qué cree que se debe?
A que hay una parte del personal, que suele ser muchas veces el de refuerzo de verano, entre el 30 y el 40%, que no tiene arraigo en la empresa. No son como esos aprendices que trabajan contigo desde los 16 años de pinches, que a los 18 años ya son repartidores y que a los 30 años son los encargados de una de las áreas de tu empresa. Y a eso se suma que ahora, con bajas menores de cuatro días, no se necesita baja facultativa, de manera que si hoy no me encuentro bien para trabajar, no voy. A quien eso suele hacer mucho daño, tanto como al empresario, es al resto del equipo de trabajo, que al final absorbe esa carga laboral. Lo que más daño nos hace son esas bajas de última hora, no comunicadas muchas veces o comunicadas al momento, pues a la empresa no le da tiempo de reacción.
-Asegura que los trabajadores les piden hacer más horas extras, y da a entender que, si fuera por ustedes y la ley lo permitiera, se las darían. ¿Pero eso no es también un signo de que las plantillas están infradimensionadas?
No nos olvidemos de que, en las pymes, estamos hablando de espacios normalmente reducidos y que a lo mejor tu propio negocio no da para tener 10 personas más trabajando. Estamos hablando de hacer horas extras cuantificadas y puestas en nómina, no de dinero negro. El problema es que la ley dice que en un contrato de 12 meses se pueden hacer 80 horas extras. Y en un contrato de seis meses, 40 horas extras, es decir, dos horas extras a la semana. En mi negocio, los empleados no pueden hacer más de 40 horas extras, pero cuando acaban la jornada sí pueden trabajar media jornada en otra empresa. Eso no es lógico. Los mismos trabajadores nos piden echar dos horas más al día, pero como no se las podemos conceder, los estamos expulsando muchas veces al mercado de la economía sumergida. Se van a otro sitio a echar horas incluso sin estar dados de alta.
-La Escuela de Hostelería ya ha empezado a funcionar. ¿Está dando los frutos esperados?
Sí. No tienes más que ver la cantidad de jóvenes que se están formando. Una de las peticiones que nos hicieron desde la Escuela es que dejásemos a los chicos que se formasen, que les dejásemos estudiar los tres años, que no los cogiésemos rápidamente para el mundo laboral. Una de las dudas que teníamos es si iba a haber suficientes chicos para la formación, y la realidad nos está diciendo que sí que los hay.
-Según usted, existe también economía sumergida en el mercado del alquiler de la vivienda residencial.
¿Cuántos empleados que viven en habitaciones alquiladas tienen un contrato de alquiler? Ninguno. El alquiler tendría que contemplarse como una actividad económica. Y que tribute como tal, de manera que el propio trabajador se pueda desgravar lo que paga por el alquiler. Esa transacción económica debe dejar un rastro y se debe tributar por ello. Hace dos o tres años, en una reunión con el Govern, pregunté cuántas fianzas por alquiler había depositadas en el Ibavi: respondieron que el 3%. El otro 97% es susceptible de formar parte de la economía sumergida.
-¿Qué pensó cuando, la pasada semana, se produjo en Sant Antoni la okupación de una casa delante de policías locales y de guardias civiles y, posteriormente, al ver la manera en la que fueron expulsados los okupas?
La forma en que se resolvió quizás demuestra el hartazgo de la gente ante muchas cosas. Los extremos no son buenos. Entendemos que la propiedad privada es un bien que debería ser respetable al 100%. E igual que la policía no puede entrar en tu vivienda sin tu permiso o si no tiene una orden judicial, nadie debería poder ocupar tu propiedad. Si permitimos que la propiedad privada deje de estar protegida, vamos hacia la anarquía. Y la anarquía suele ser bastante mala para todos. En Sant Antoni hubo un conato de anarquía.
-Lo sucedido en Sant Antoni coincide en el tiempo con los altercados en ses Figueretes.
Creo que, en este caso, son incidentes puntuales de seguridad ciudadana. Lo primero que pido es que las fuerzas de seguridad puedan atajar el problema. Lo que no puede ser es que alguien haya sido detenido seis veces y siga en la calle. La Justicia tiene que actuar muchísimo más rápido y con bastante más dureza. Los ciudadanos tenemos que sentirnos protegidos. Es una de las quejas que solemos tener cuando ocurren esos pequeños robos o hurtos en los comercios: se detiene al infractor, va el empresario a poner la denuncia y cuando está poniendo la denuncia ve que ya han tomado declaración al infractor y que se va, mientras él todavía está esperando el turno para poner la denuncia.
-¿Cómo cree que se podría solucionar el problema de la vivienda?
Tenemos dos problemas. Uno es el alquiler turístico ilegal. Hay que eliminar todas esas viviendas para que se dediquen al alquiler normal. Y luego está el problema de las viviendas cerradas. No nos olvidemos que uno de los grandes problemas es que hay mucha gente que no quiere poner su vivienda en alquiler por la posible desprotección que puede padecer. Hay que ofrecerles esa protección jurídica, de manera que si alquila su piso y el inquilino incumple el contrato, pueda haber un desahucio rápido.
-¿Sin construir más?
Yo creo que no haría falta construir mucho más. Lo que hay que hacer es que la vivienda vacía salga al alquiler.