- Viernes, 16 Agosto 2024
- Fecha de publicación
Las precipitaciones de los últimos días han desplazado a los turistas que visitan Eivissa de las plazas al centro de las localidades. En días de mal tiempo, los comercios y los restaurantes disfrutan de la oportunidad de aumentar sus ventas, que son mejores en comparación con los días de verano en los que luce el sol.
FUENTE: DIARIO DE IBIZA (suscripción), 16 AGOSTO 2024
Estela Torres Kurylo
El campo pedía lluvia a gritos. Los ciudadanos ibicencos seguramente también. Las moscas iban como locas desde hace días y no había lugar en el que no fuera fácil encontrar una hilera de hormigas en busca de sustento para su hogar. Con un movimiento similar, los turistas que visitan la isla tratan de buscar entretenimiento en diferentes comercios o restaurantes durante los días como los de ayer o anteayer, que cumplen con las características de nublado y lluvioso: «En Vila suben las ventas porque la gente baja a pasear por la ciudad», indica Dani Ramón, presidente de la Asociación de Souvenirs de la Pimeef. En cambio, apunta a que en las playas apenas se nota movimiento: «Son días en los que se aprovecha para hacer compras o alguna excursión», afirma Ramón.
Un día de mal tiempo supone un «boom» de ventas para la mayoría de los comercios, señala Ramón, antes de mencionar que, tras este, si se prevén varias jornadas de lluvias, la actividad se va normalizando: «El segundo o tercer día de lluvia ya no se ven los incrementos de ventas o de afluencia».
Un sólo día de lluvia
De hecho, si las lluvias se llegan a prolongar toda una semana: «Nos juegan en contra, porque los turistas no han venido para pasear bajo la lluvia», destaca José Javier Marí, presidente de la Asociación del Comercio Minorista de la Pimeef. Marí coincide en que estos días se cumple la pauta «mal tiempo, buenas ventas para los comerciantes». Un día lluvioso «alegra el tránsito, que no siempre resulta en compras, pero al final siempre cae algo», matiza.
Los días con condiciones meteorológicas poco favorables para ir a la playa suponen una oportunidad para los pequeños comercios: «Somos los últimos que entramos en el presupuesto de los turistas», recuerda Marí, al pensar en que un turista paga antes el alojamiento, un restaurante o la entrada a una discoteca. Marí opina que lo ideal sería que «cada diez o quince días hubiera una lluvia parecida, porque es muy buena para todo». Al pensar en las posibles ventas que se generan, Marí tiene en cuenta que el miércoles, por ejemplo, había gente a todas horas en diferentes establecimientos de la isla.
Lo que ocurre en estas situaciones es que «la gente que se desplaza a la costa en julio o agosto se mueve al interior o a zonas urbanas ante un fenómeno inesperado», recuerda Miquel Tur Costa, presidente de Pimeef Restauración. Tur apunta que no sólo se trata de un desplazamiento al centro de Ibiza, sino que quienes acuden a las playas y se encuentran con la sorpresa en directo y no hacen actividades náuticas, «buscan una alternativa». Entre ellas, además de las visitas a las tiendas, Tur opina que también se acude al parque botánico o a diferentes atracciones.
Un 70% más de personas
En su caso, garantiza que revisa continuamente el parte meteorológico y es consciente de que días como los anteriores (el miércoles y el jueves) «son de mucho trabajo». Sin embargo, al igual que Ramón y Marí, considera que las lluvias, mientras sean «algo puntual», son bienvenidas: «Pero si durasen diez días nos quedaríamos sin turistas», señala, y recuerda el tipo de viajero que frecuenta la isla en estos meses, que acostumbra a realizar reservas de última hora: «Esto a finales de septiembre te corta la temporada... Sería contraproducente», reflexiona.
En el centro de Vila, cerca de grandes y pequeños comercios, confluyen los caminos de muchos turistas y residentes que entran y salen de los establecimientos abiertos durante el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen. La mayoría de ellos son los cercanos a La Marina. En Purnima, una tienda de collares y pulseras, su dependiente (que prefiere no dar el nombre) confirma la realidad de los días de lluvia para los comercios: «Puede haber un 70% más de personas que en un día normal». Además, el trabajador, que ocupa su puesto desde hace 14 años, considera que «para la caja es mejor cuando hay lluvia».
Igual que los presidentes de la Pimeef consultados, el empleado de este negocio piensa que cuando coinciden varios días de lluvia «el primero siempre es el mejor», aunque no olvida que el año pasado vendió más: «Este año en general es muy raro», comenta, antes de apuntar: «Hay mucho volumen de gente y compran... Pero no tanto como el año pasado».
Cerca, en Espadrilles, una encargada que acumula una larga experiencia en la tienda de zapatos (ocho años) y también opta por no dar su nombre, coincide con que las ventas van peor este año. Ella diría que es «la peor [temporada] de todas», afirma, antes de corroborar el efecto positivo de los días de lluvia.
Francisco Escacena, dueño de la boutique Pitiusa, que lleva abierta 22 años, también compara el resultado de los días de lluvia actuales con los de hace cinco o seis años: «Antes igual se triplicaban las ventas, en comparación con un día normal. Ahora viene mucha gente pero tampoco gasta tanto porque vienen a pasar el día, antes venían a comprar».
Escacena prefiere los días nublados antes que los días de lluvia porque «cuando llueve mucho tampoco se vende nada» o lo bueno, considera, es cuando llueve por la mañana «porque así la gente baja directamente al centro».
Sara Vila, camarera en el Bar Peixet, en la Marina, y su compañera María Serra también están de acuerdo en que hay ocasiones en las que la lluvia es molesta: «Si impide hacer cosas, la gente ni se atreve a venir», comentan.
Afluencia de gente y atascos
A pesar de ello, con las dos temporadas que acumulan en el bar, ambas coinciden en que se trabaja más en un día lluvioso: «Hay mucha más carga». Vila considera que trabajan mejor «pero es verdad que es un poco alocado a veces, porque ayer [por el miércoles] vino un crucero y se nota mucho la afluencia de gente de golpe».
Las aglomeraciones durante los días de lluvia en Ibiza coinciden con la formación de grandes atascos en las diferentes entradas a las zonas céntricas. En Vila: «Está todo lleno desde la rotonda de los podencos... Y para aparcar, ni te cuento», opina Escacena, que cree que se podría regular la entrada al centro: «Cambiar los semáforos o que los agentes regulen allí el tráfico, porque la circulación no es igual un día habitual que cuando se colapsa».
«Lo suyo sería tener un aparcamiento grande para que la gente no tuviera que estar dando vueltas», considera Ramón, que apunta a la necesidad de unas 400 o 500 plazas para aparcar cerca del centro. En la misma línea, la encargada de Espadrilles señala la necesidad de que se «redirija el turismo para que vaya a hacer compras al centro».
Por otro lado, también hay comerciantes que advierten la mejora de la limpieza del alcantarillado este año: «Otros años, con lo que llovió ayer, el agua hubiera entrado dentro de la tienda», apunta Escacena y añade: «Este año, de momento, eso no lo ha habido todavía», algo con lo que Marí coincide: «Antes salía de todo por las calles. Ahora ha mejorado todo bastante».